(Publicado el 30/12/12)
Es bien conocida la afición de J.R. Ward por deportes de equipo como el baloncesto o el béisbol, y gracias a que ayer ganaron los Cardinals (equipo de Louisville en la liga universitaria de baloncesto) la autora estaba loca de contenta y se dejó caer regalándonos un nuevo fragmento de adelanto de Lover at Last, el próximo libro (el número 11) de la saga La hermandad de la Daga Negra, que se espera salga a la venta el próximo mes de marzo.
La puerta de la habitación de Blay se abrió sin que llamaran previamente, avisaran con un "¡Hey!" o un "¿Estás visible?".
Entre las jambas de la puerta se encontraba Qhuinn con la respiración entrecortada, como si hubiera atravesado a la carrera el pasillo de las estatuas.
Mierda, ¿habría perdido Layla el bebé después de todo?
–¿Estás solo? –espetó mientras sus ojos disparejos escrutaban el cuarto.
¿Por qué demonios estaría...? Ah, Saxton. Claro.
–Sí...
El macho dio tres grandes pasos al frente hasta romper la distancia entre ellos y... le dio a Blay el bendito beso que no le habían dado jamás. El tipo de beso que se recurra toda la vida, una conexión forjada con tal plenitud que todo -desde la sensación de su cuerpo contra el tuyo hasta el calor filtrándose de sus labios a los propios, así como el poder y el control- todo, queda grabado en tu mente...
Lover at Last, pág. 449 (Desde el punto de vista de Blay).
Traducido por Aurim.
Es bien conocida la afición de J.R. Ward por deportes de equipo como el baloncesto o el béisbol, y gracias a que ayer ganaron los Cardinals (equipo de Louisville en la liga universitaria de baloncesto) la autora estaba loca de contenta y se dejó caer regalándonos un nuevo fragmento de adelanto de Lover at Last, el próximo libro (el número 11) de la saga La hermandad de la Daga Negra, que se espera salga a la venta el próximo mes de marzo.

Entre las jambas de la puerta se encontraba Qhuinn con la respiración entrecortada, como si hubiera atravesado a la carrera el pasillo de las estatuas.
Mierda, ¿habría perdido Layla el bebé después de todo?
–¿Estás solo? –espetó mientras sus ojos disparejos escrutaban el cuarto.
¿Por qué demonios estaría...? Ah, Saxton. Claro.
–Sí...
El macho dio tres grandes pasos al frente hasta romper la distancia entre ellos y... le dio a Blay el bendito beso que no le habían dado jamás. El tipo de beso que se recurra toda la vida, una conexión forjada con tal plenitud que todo -desde la sensación de su cuerpo contra el tuyo hasta el calor filtrándose de sus labios a los propios, así como el poder y el control- todo, queda grabado en tu mente...
Lover at Last, pág. 449 (Desde el punto de vista de Blay).
Traducido por Aurim.
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